sábado, 17 de noviembre de 2012

La Nación, concepto Dual. Los viejos feudalismos nunca se fueron del todo

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Hoy a proposito de las nuevas discusiones sobre Catalanes y Españoles, os escribo que cosa pienso sobre la nacionalidad, los nacionalismos y demás... Permítaseme el galicismo "identitario" que expresa sintéticamente la identidad de grupo con bastante éxito. Recordad, siempre en mi opinión...:
...La familia es la primera, más leal e íntima patria de un individuo. Además defiendo paralelamente que la definición de la palabra Nación, debe entenderse siempre de modo dual: La primera acepción hace referencia original a la faceta familiar, a la “Nación Cultural” a partir de ahora en este artículo. No se puede poseer una nacionalidad distinta de la de los progenitores, aunque legalmente se posea una distinta (Nacionalidad Jurídica, segunda acepción de Nación en este artículo) o ambos progenitores posean una diferente, juntos forman un unus que es la familia propia.
Aquí debe entenderse que Nación puede ser un término jurídico que responde a un ordenamiento social, que no necesariamente constituye identidad del individuo, pero que la demagogia tiende con frecuencia a confundir a la población con los conceptos, Identidad-Nación(jurídica)-Territorio; la otra posible visión es la Nación como una Identidad Cultural, por tanto, la primera cultura identitaria nace dentro de la familia. No se puede poseer una cultura distinta, si se puede tener una Nación (culturalmente hablando) más amplia que la de otros miembros de la familia, pero siempre hay una base identitaria común o si se prefiere originaria.
El concepto de Estado como conjunto de Familias que comparten la misma Nación (culturalmente hablando) es antiguo, y responde a un modelo social que no existe en la mayoría de países europeos, y por extensión occidentales. En la Antigüedad, dicho estado creaba un ámbito jurídico donde coincide plenamente la Nación (cultural e identitaria) con la Nación (jurídica y política). La demagogia de la democracia occidental moderna es mantener esta ilusión ficticia, para manipular la identidad de la población, ya que en el control de dicha identidad, residen intereses económicos y políticos.
Mucha gente se siente intrínsecamente ligada a la legalidad, pero afirman no reconocerse dentro de una Nacionalidad (la que les ha tocado), esto es porque, siguen pensando que ambas acepciones de Nación son un solo concepto, pero notan en realidad, en su fuero interno, la disyuntiva entre ambas.
La necesidad de legitimación frente a una Nacionalidad (jurídicamente hablando) por ser foráneo, crea ficciones, para manipular la propia identidad, la propia Nación (culturalmente hablando) con tal de ser aceptado y manipular en la mente del resto de miembros de la sociedad, que no exista duda al respecto (esto es legitimarse).
La proliferación de partidos políticos nacionalistas (habitualmente reconocibles por confundir o aunar ambos conceptos de Nación, jurídico y cultural, aún a costa de crear identidades artificiales) es síntoma de una población inmadura políticamente y de bajo nivel cultural-científico. Los partidos Nacionalistas, de este corte, asociados a crímenes o no en el pasado, atentan contra uno de los pilares más sagrados del individuo, la Libertad. La misma que afirman defender.
La Libertad se expresa en gran medida por la capacidad de elección del individuo. Un elevado nivel cultural-científico, ayuda a nuestra mente a comprender y asimilar conceptos abstractos como el de Nación, su origen, su significado, su utilidad y sus acepciones. Pero un Librepensador es el polo diametralmente opuesto de un votante de un partido nacionalista, quien delega en la dirección ideológica (voluntaria o involuntariamente, casi siempre ambas al mismo tiempo), la construcción de su identidad, creando la sociedad dual, con elementos Librepensadores que toman las decisiones político-jurídicas al mismo tiempo que culturales e identitarias, asimilándolas en el mismo acto, y convenciendo a sus representados de ser el único que defiende su Identidad Cultural.
La Identidad Cultural no debe ser defendida, es algo que existe, y ni siquiera nosotros podemos cambiar al 100%, dado que la infancia marca de modo indeleble muchas de las conductas que se desarrollan en una etapa de madurez, donde sí podemos desarrollar un pensamiento y filosofía propios.
Un Estado que ataca una Identidad Cultural (ya sea colectiva o individual) está atentando contra la Libertad del Individuo y está desvelando su capacidad de manipulación de la población. Los argumentos en contra o a favor de determinadas Nacionalidades (cultural o jurídicamente hablando, o ambas al tiempo) son una de las expresiones de manipulación política más vieja de los modelos Monárquico, Oligárquico, Aristocrático, Autocrático o Dictatorial, o cualquier modelo surgido de la combinación de dos o más de ellos.
Esto no es malo ni bueno, siempre y cuando la Autoridad del Estado reconozca su verdadera naturaleza y el conjunto de la Sociedad acepte a sabiendas de que la realidad es así. Pero esto no sucede en ningún Estado conocido de la Historia en el Pasado o en el Presente, por tanto es utópico pensar en la bondad o maldad del sistema, que siempre responde al interés de unos pocos.
Las Democracias Occidentales son el modelo que más empeño pone en enmascarar su verdadera naturaleza, precisamente porque quiere hacer gala de unos principios morales y éticos elevados, de los que carece en gran medida. Estos Estados funcionan en su mayoría en Occidente como Monarquías Oligárquicas o Repúblicas Oligárquicas. Con la diferencia de quien representa el Estado, si un Funcionario Público Temporal o un Funcionario Público Hereditario. Todos sin excepción poseen Bloques de Poder, que se adueñan de unas ideas en oposición de otras, para tratar de convencer a la Población que ya posee una Nación (jurídicamente hablando) por tradición histórica o continuismo legal, que la Nación (cultural e identitáriamente hablando) que representan en su partido es la común a todos.
En realidad cualquier Bloque de Poder, representado por cualquier Partido Político de una Democracia Occidental, sólo representa la Identidad de la Oligarquía que lo conforma, y de los Intereses socioeconómicos que representan y a quien deben su existencia. (Sigo sin criticar esto, sino su empeño por afirmar ser otra cosa). Evidentemente en las Democracias Occidentales se depende del voto de la población, que nunca servirá para representar debidamente a la población misma, sino que sirve para cambiar o refrendar un bloque concreto de poder, que está a merced de las circunstancias globales del modelo económico (en caso de las Democracias Occidentales es el Capitalismo). La población queda relegada y marginada de las decisiones, igual que en regímenes autocráticos o teocráticos.

Fdo.: EL BUEN PASTOR

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